El cambio es algo normal. Una constante. Pero eso no significa que saber gestionarlo adecuadamente surja de forma espontánea y natural.
Con frecuencia, las decisiones de cambio se toman y se implementan sin un plan sólido y sin pensar en cómo afectarán a todos los integrantes de una organización. Sin ir más lejos, el consultor de negocios John Kotter ha estimado que aproximadamente el 70 % de todos los proyectos de cambio fracasan.
Por eso es tan importante la gestión del cambio. Supone reflexionar sobre las implicaciones del cambio, desarrollar un plan estratégico para implementar cada etapa y asegurarse de que haya una comunicación activa con todos los afectados a lo largo de todo el proceso.
La gestión del cambio es compleja. Es un proceso delicado que requiere mucho análisis y coordinación para lograr el éxito en cambios corporativos de gran envergadura. Y es un proceso en el que el departamento de recursos humanos y los mandos intermedios, o jefes de equipo, juegan un papel muy importante.
Sin duda, el componente humano es uno de los aspectos más difíciles de la gestión del cambio, y la parte más crítica a la hora de determinar si el cambio ha sido satisfactorio o no. Para que un cambio tenga éxito, la empresa y los empleados tienen que aceptarlo primero, para luego comenzar a practicarlo y vivirlo.
A menudo, las iniciativas de cambio implican un giro sustancial con respecto a métodos tradicionales de trabajo y suponen una reestructuración completa del día a día de los trabajadores. De ahí que sea tan necesario tener en cuenta sus pensamientos, dudas y sentimientos, y explicar muy bien qué supone el cambio para ellos y cómo les afecta.
Los proyectos de cambio suelen llegar de la mano de ejecutivos o consultores externos con una comprensión limitada de la vida cotidiana de la mayoría de los empleados de una empresa. Ahí es donde entra en juego el papel de RRHH, junto con los mandos intermedios, con el fin de entender las prioridades y los desafíos de los empleados, y tener una idea clara de la realidad de los trabajadores.
Tanto RRHH como los jefes de equipo intermedios pueden cerrar la brecha entre los altos directivos y los trabajadores, que deben incorporar el cambio, para que tenga éxito.
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