¿No sabe quién es su cliente?

El mes pasado fui con mi pareja a un apuntarme a un gimnasio o, como dicen ahora, un Health Club de una conocida marca, muy extendida por la geografía española. Nos atendió un amable comercial, que tomó nota de nuestros gustos, aficiones y datos personales, además de mostrarnos las salas de actividades, spa, sauna, piscinas y un sinfin de instalaciones.

Mi chico es muy deportista, pura fibra, y puede pasarse horas y horas pedaleando en el ciclo indoor, arriba y abajo con el body pump, dando puñetazos y patadas con el cardio box, y demás modalidades de fitness. Pero ahora viaja mucho en el trabajo y no está muy seguro de apuntarse.

Sin embargo, yo he cogido unos kilitos y estoy entusiasmada con el pilates, la batuka, la danza del vientre y los ritmos latinos. Tengo tiempo para ir casi todas las tardes y estoy convencida: Quiero apuntarme. 
Días más tarde, mi chico empezó a recibir sms y llamadas en el móvil del amable comercial sugiriéndole ofertas, descuentos y apremiándole para apuntarse para que no perder la plaza y acogerse a la promoción del mes. Bueno, ¿y yo qué? ¿ a mí no me llama? Pues no, que no, que no me llama. Nuestro amable comercial (amable sí, pero con muy poca vista) da por sentado que la decisión la toma mi chico, que yo me apunto si él se apunta, o que no tengo interés. Un curso básico de marketing y gestión comercial no le vendría nada mal.

Algo tan fundamental como saber para quien es el producto o servicio, quien es el cliente... parece entrañar cierta dificultad para algunos vendedores. No podemos dar nada por hecho, hay que preguntar y preguntar y luego, preguntar más.

Así qué hay un gimnasio que ha perdido un cliente. Y otro, el de al lado de mi casa, que ha ganado uno.

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