Dar en la diana



Hace años la mayor ilusión de mi amiga Marta era trabajar en su área de actividad, ejercer su vocación dentro una buena empresa, con un excelente ambiente de trabajo y con desarrollo profesional. Tenía mucho optimismo, conocimientos muy frescos, creatividad, iniciativa, confianza en sí misma y toda la vida por delante. Pero eso no bastaba.

Había estudiado en una prestigiosa Universidad de Estados Unidos, algo que para muchos me abriría un sinfin de puertas, pero nada más lejos de la realidad tras el panorama que quedó en España después de la Expo y las Olimpiadas de Barcelona. Contaba además con un excelente nivel de inglés, excelente -repito-, y había realizado prácticas en varias empresas. Pero eso no bastaba.

Sus amigos y familiares le echaron una mano en la difícil tarea de añadir experiencia a su CV y meter la cabeza en el soñado mundo de la comunicación. Envió su CV a cientos de empresas, aceptó trabajos poco gratos y mal remunerados para poder continuar formándose, estaba dispuesta a irse allá donde fuera necesario... Pero eso aún no bastaba.

"Hay que errar 100 flechas para dar en la diana" decían en el "Monje que vendió su ferrari". O como bien cuenta nuestro sabio refranero, "dar una en el clavo y ciento en la herradura". Una reflexión que hay que intentar tener muy presente en todo momento.

Y es que hay algo mucho más importante para lograr los objetivos: tenacidad, constancia, tesón, resistencia y fortaleza, capacidad de enfrentarse y superarse ante las dificultades, y espíritu luchador; esos son los compañeros y los verdaderos amigos que te ayudarán a llegar allá donde quieras.

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